Humedal de Batuco
Un refugio vivo en medio del valle
El Humedal de Batuco se extiende como un refugio en la zona norte de la Región Metropolitana, en la comuna de Lampa. Se encuentra rodeado por cerros y campos agrícolas, este humedal es un ecosistema que funciona como corredor biológico, donde diferentes especies encuentran un lugar para alimentarse, refugiarse, reproducirse y nidificar. Además posee una belleza escénica que destaca por sus colores suaves, especialmente en el cielo y la laguna de Batuco, que asoma entre totorales y juncales.
Un dato que muchas personas desconocen es que este es uno de los últimos grandes humedales del valle central y alberga. Según los registros en línea, más de 144 especies de aves, entre ellas el siete colores, la tagua y la majestuosa garza cuca.
Caminar por sus pasarelas es entrar a un mundo donde el tiempo se ralentiza y los sentidos se agudizan. El silencio de los seres humanos extiende la invitación a conectar con otras especies.
El canto de las aves y el vaivén del agua nos recuerdan que aún existen rincones de naturaleza que resisten frente al crecimiento urbano. Pero también nos interpela: ¿cuánto sabemos realmente sobre estos espacios? ¿Qué lugar ocupan en nuestra forma de habitar el territorio? ¿Valoramos estos espacios?
Desde ahí se gesta la importancia y necesidad de incluir espacios como el Humedal de Batuco como destino para una salida pedagógica. No solo es un aula viva para la educación ambiental, sino también una oportunidad para despertar la curiosidad, la empatía y el compromiso con la conservación.
Un paisaje que habla en silencio
Hay palabras no habladas, como hay lugares que nos hablan sin necesidad de ellas. O tal vez sí, y nos hablan en una lengua que debemos reaprender.
El Humedal de Batuco es uno de esos lugares que nos permiten activar una escucha activa, usando todos los sentidos. Apenas se llega, el bullicio de la ciudad se desvanece, entonces ¿qué queda? queda el susurro del viento entre las totoras, el canto tímido de aves mimetizadas con el paisaje y el zumbido sutil de insectos que danzan sobre el agua. Los colores aquí no gritan, más bien hablan en voz bajita. Verdes apagados, tierras húmedas, cielos celeste pastel, pero que se tiñen de naranja al atardecer. Todo invita a bajar el ritmo, desacelerar.
Las pasarelas de madera nos permiten transitar de manera respetuosa el espacio. Caminar por ellas es como entrar en un territorio mágico, donde cada paso tiene el permiso del humedal, siempre que te acoples a él. Los ojos se detienen en los reflejos del agua, en el vuelo hipnótico de un ave o en una flor pequeña que apenas se asoma entre los juncos. No hace falta entenderlo todo, basta con estar presente.
La infraestructura está al servicio del asombro: dos miradores que invitan a detenerse sin prisa, señaléticas que contienen información de este sitio y un centro ecológico que respira al mismo ritmo del lugar, levantado a pulso por locales. Es un espacio cuidado con amor, que pide lo mismo a quienes lo visitan: respeto, atención y silencio agradecido. Porque aquí no venimos a dominar la naturaleza, sino a escucharla. Más allá de su belleza silenciosa, el humedal también guarda un valor ecológico profundo que vale la pena comprender.
Humedal de Batuco: un ecosistema clave en la cuenca de Chacabuco
Este humedal es de tipo lacustre, debido a que es clasificado como humedal de origen lagunar según la propuesta de clasificación de humedales naturales de Chile (Ramírez, 2002). Su formación se debe a la baja permeabilidad de los suelos que la sustentan, lo que permite la acumulación de aguas lluvias y subterráneas en una depresión natural dentro de la cuenca de Batuco. Este cuerpo de agua, junto a los totorales y juncales que lo rodean, forma un ecosistema vital para la biodiversidad de la zona central del país.
Desde el punto de vista ecológico, el humedal de Batuco proporciona servicios ecosistémicos como, por ejemplo, el servicio ecosistémico de regulación, ya que regula el flujo hídrico, actúa como filtro natural para mejorar la calidad del agua y controla la erosión del suelo. También el servicio ecosistémico de soporte, ya que proporciona hábitat para una gran diversidad de especies, como se menciona anteriormente.
Es importante considerar que, reconociendo esta riqueza natural, en noviembre de 2021, el Ministerio del Medio Ambiente declaró 274 hectáreas del humedal de Batuco como Santuario de la Naturaleza, integrándola al Plan Nacional de Protección de Humedales 2018-2022. Esta medida busca conservar su biodiversidad y regular las actividades humanas en sus alrededores, especialmente frente al avance de la urbanización y las presiones industriales. La protección del humedal de Batuco como Santuario de la Naturaleza no solo resguarda un ecosistema vital para la Región Metropolitana, sino que también ofrece una oportunidad invaluable para la educación ambiental y la sensibilización sobre la importancia de los humedales.
La salida pedagógica como espacio de reencuentro
Cuando llevamos a niñas, niños y jóvenes a un lugar como el Humedal de Batuco, no solo estamos organizando una actividad educativa. Estamos generando espacios de reencuentro con la naturaleza, porque si, nosotros también somos parte de ella, sólo que muchas veces necesitamos reencontrarnos para conectar. La salida pedagógica en este espacio no es solo un paseo al aire libre; es más bien una experiencia que activa los sentidos, despierta preguntas y construye memorias duraderas y significativas.
La naturaleza es mágica y tiene el poder de detener a un grupo de personas para que, en silencio, observen a una bandada de taguas o se sorprendan al descubrir que el agua, el barro y las plantas están llenos de relaciones invisibles. Estos momentos efímeros provocan un impacto profundo en las personas, donde nace una conexión emocional con su entorno.
La educación ambiental cobra todo su sentido en terreno. En el caso del Humedal de Batuco lo permite como pocos lugares. Es accesible, cercano a Santiago, pero al mismo tiempo tiene una riqueza ecológica inmensa. Su diversidad de aves, anfibios y flora acuática lo convierten en un laboratorio natural donde se pueden explorar temas como los ciclos del agua, los servicios ecosistémicos, la migración de las aves o la problemática de la contaminación y la urbanización.
Una salida pedagógica permite trabajar objetivos transversales: conciencia ambiental, trabajo colaborativo, pensamiento crítico y valoración del patrimonio. Pero también puede ser una experiencia profundamente humana, donde las y los estudiantes se vean a sí mismos como parte de una red mayor, en la que cada ser cumple un rol.
¿Qué tipo de actividades se pueden realizar en una salida pedagógica en el Humedal de Batuco?
Una de las grandes virtudes del Humedal de Batuco es su versatilidad como espacio educativo. Incluso, cuenta con el Centro Ecológico Laguna de Batuco. Aquí es posible realizar actividades adaptadas a distintas edades, intereses y enfoques pedagógicos. Desde experiencias de observación hasta juegos didácticos, todo puede integrarse para fomentar el vínculo con este ecosistema.
La observación de aves es, sin duda, una de las actividades más enriquecedoras. Con binoculares y una guía de campo en mano, niñas, niños y jóvenes aprenden a identificar especies, reconocer sus cantos, manchas distintivas y registrar comportamientos. Es un ejercicio de atención plena que estimula la paciencia, la escucha activa y la sorpresa constante.
También, se pueden realizar caminatas interpretativas, donde se invita a reflexionar sobre las funciones ecológicas del humedal, su historia, los conflictos ambientales que lo rodean y las acciones comunitarias que han buscado protegerlo. Estas caminatas pueden complementarse con cuadernos de campo, donde las y los estudiantes registran sus hallazgos, emociones y preguntas.
Otras actividades posibles incluyen talleres de dibujo de naturaleza, escritura creativa o incluso dinámicas corporales inspiradas en las aves o los elementos del humedal. Otra actividad, bastante sencilla pero nutritiva es, incluir momentos de pausa en silencio, donde cada persona puede simplemente sentarse, respirar y observar. Son esos instantes los que muchas veces dejan la huella más profunda.
Una salida pedagógica en el Humedal de Batuco puede ser tan diversa como quienes la viven. Lo importante es que cada actividad invite a habitar el lugar con respeto, atención y asombro. Que la experiencia no sea una visita, sino un reencuentro.
Retos a los que se enfrenta el humedal
A pesar de todo lo mencionado en este artículo, como la importancia ecológica y cultural, el Humedal de Batuco enfrenta varios desafíos significativos para subsistir. La creciente urbanización de la Región Metropolitana, la expansión agrícola y ganadera desregulada en el territorio, la pesca y caza ilegal, tala de especies nativas e incendios forestales, extracción ilegal de agua y modificación de cauces, entre otras amenazas, han puesto en peligro la integridad del ecosistema. Sin embargo, hay organizaciones ambientales, autoridades locales y comunidades cercanas, luchando para mitigar estas amenazas.
El establecimiento del humedal de Batuco como Santuario de la Naturaleza, como se mencionó anteriormente, ha significado un enorme paso para la conservación. Esto se materializó en noviembre del 2021, bajo el Decreto Exento N° 20 del Ministerio del Medio Ambiente. Sin embargo, el programa de conservación del Humedal de Batuco comenzó mucho antes, gracias a la Fundación San Carlos de Maipo. La fundación compra, en el año 2016, 300 hectáreas de terrenos que corresponden al espejo de agua de la Laguna.
Gracias a la colaboración con actores locales, la fundación ha apoyado la creación del Centro Ecológico Laguna de Batuco. Este es un espacio que promueve la investigación, la divulgación científica y la educación ambiental para todo tipo de público. Este sitio ha sido clave para visibilizar la riqueza del humedal, sensibilizar a la comunidad y fortalecer la idea de que conservar la naturaleza no es una tarea individual, sino colectiva.
Antes de despedirnos: recapitulemos
Entonces, a lo largo de este recorrido narrativo, hemos expuesto que el Humedal de Batuco es mucho más que un ecosistema valioso: es un refugio que nos recuerda que la vida persiste, que la naturaleza tiene voz y que depende de nosotros y nosotras mantener esta convicción. A lo largo de este artículo hemos explorado su riqueza ecológica, su importancia como aula viva para la educación ambiental y las múltiples formas en que una salida pedagógica puede transformar la manera en que niñas, niños y jóvenes se relacionan con su entorno.
Pero también hemos visto que este lugar enfrenta amenazas concretas: la urbanización descontrolada, la contaminación, la pérdida de hábitat. Frente a ello, la conservación no puede ser solo tarea de científicos o autoridades ambientales. Debe ser un compromiso colectivo, nacido desde el conocimiento, pero también desde la emoción, desde el encuentro directo con estos espacios. Porque no se protege lo que no se conoce y no se cuida lo que no se ama.
La puesta en valor del Humedal de Batuco, impulsada por actores como la Fundación San Carlos de Maipo y sostenida por la comunidad local, nos muestra que sí es posible trabajar por la protección de estos territorios desde múltiples frentes: la educación, la participación comunitaria, la ciencia ciudadana, el turismo de intereses especiales y la incidencia política. Cada acción cuenta, y cada visita puede ser el inicio de una historia de conexión y compromiso.
Humedal de Batuco y su patrimonio natural
Antes de despedirnos, les invitamos a estudiantes, docentes, familias y amantes de la naturaleza a recorrer sus pasarelas, a detenerse en sus miradores, a escuchar con atención los mensajes que el humedal nos susurra. Que cada visita sea una experiencia que deje huella, no solo en la memoria, sino también en la forma en que habitamos el mundo y a nosotros/as mismos/as.
Porque el Humedal de Batuco no necesita grandes discursos para hablar. Está ahí, esperando. Y si sabemos mirar con ojos atentos, si sabemos caminar con respeto, si aprendemos a escuchar en silencio, descubriremos que lo que nos ofrece es mucho más que un paseo. Es una posibilidad de reencuentro con lo esencial. Y eso, hoy más que nunca, es urgente y profundamente necesario.
“Así como el humedal acoge a las aves en sus migraciones, también puede acogernos a nosotros y nosotras en nuestras búsquedas. Es un refugio vivo, y un espejo de lo que aún podemos proteger.”
Sin más que agregar, hasta la próxima.